Título: El cuento de la criada
Autor/a: Margaret Atwood
Saga: The Handmaid's Tale 1/2
Editorial: Salamandra
Páginas: 412
Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo. Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.
Reseña:
La función de las pocas mujeres fértiles que quedan en los Estados Unidos de la novela (la infertilidad ha crecido por culpa de la contaminación), es la de procrear para dar hijos a familias con dinero y estériles. Solo por la crítica de Atwood hacia los vientres de alquiler (conocida también con el nombre eufemístico de embarazo subrogado), ya vale la pena leerse el libro.
La distopía de ‘El cuento de la criada’ me parece más cercana y probable que la de ‘1984’ o ‘Un mundo feliz’. La trama es igual o más cruda, pero es más próxima a nuestra realidad. De hecho, es la que utiliza menos los recursos de la ciencia ficción.
Lo que más inquieta de ‘El cuento de la criada’ es justamente eso: las premisas misóginas que ya existen en nuestro entorno real son las que nos pueden llevar a una sociedad como la de la novela. Es decir, si las reivindicaciones antifeministas actuales se aplicaran siguiendo su lógica al pie de la letra, sin exageraciones ni necesidad de grandes avances científicos o nuevas ideologías, la dictadura de Gilead sería estremecedoramente factible y verosímil.
La ficción podría ser realidad si, por ejemplo, la ultraderecha llegara a tener mayoría absoluta. No estamos tan lejos. En la novela no se llega al extremo de esclavizar y violar sistemáticamente a las mujeres fértiles de un día para otro. Poco a poco se van aplicando políticas conservadoras para que la sociedad las vaya interiorizando y relativizando, hasta que al cabo de un tiempo, las medidas a cuentagotas parecen hasta razonables. La gente deja de indignarse no solo por el miedo a represalias sino también porque los cambios se normalizan. “Nada cambia de golpe. Si estuvieras en una bañera que se calienta poco a poco, morirías hervida sin darte cuenta”, apunta la protagonista, Offred, en la novela.
Atwood juega durante toda la novela con ‘flashbacks’ que revelan cómo era la sociedad antes del golpe de estado. En uno de esos recuerdos, Offred profundiza sobre la pasividad ciudadana ante las injusticias. “En los periódicos aparecían noticias: cadáveres en las zanjas o en el bosque, mujeres asesinadas a palos o mutiladas, mancilladas, solían decir; pero eran noticias sobre otras mujeres, y los hombres que hacían semejantes cosas eran otros hombres”. Está escrito en 1985 y parece que hable de la España actual.
En todas las dictaduras hay un colectivo sobre el cual dirigir la culpa de todos los problemas. En el caso del nazismo, fueron los judíos. En el de Gilead, el chivo expiatorio son las mujeres. Las mujeres contemporáneas ponen en peligro la masculinidad y el liderazgo jerárquico de los hombres, que no quieren depender económica ni emocionalmente de las mujeres.
En la República de Gilead, las mujeres pierden su capacidad de decidir. Se prohíbe el aborto, se ponen barreras para que las mujeres puedan abrir una cuenta bancaria, se les anima a depender económicamente de un hombre, se les prohíbe tener un trabajo, y hasta la posibilidad de leer o escribir. Estas medidas derivan en la creación de un sistema que solo valora a las mujeres por su capacidad reproductiva y permite una serie de aberraciones que impresionan aunque ya hayas visto la serie y ya conozcas como funcionan las “ceremonias”.
Muy recomendable para quien disfrute con las distopías y para quien tenga un poco de estómago. Ahora toca leerse la segunda parte, ‘The Testaments’, para saber qué pasa con Offred y (ojalá) con Moira.